viernes, 18 de marzo de 2016



Sobre Nostalgias Carcelarias de Hernán Contreras

Nostalgias Carcelarias, de Hernán Contreras, es un libro sencillo que al parecer, busca enfrentar al lector con la pérdida de la felicidad, la nostalgia, el recuerdo y la imaginación. A simple vista parece una tarea fácil, pero no lo es. Tiene sus complicaciones, sus riesgos, puesto las elecciones estilísticas, en algunos casos, quedan de lado cuando hablamos de un libro compilatorio de poemas escritos en diversos periodos de la vida de un autor. En este sentido, Nostalgias Carcelarias, al parecer, se enfrenta al dilema de la “poesía dada” versus la “poesía construida”. La primera, propone la construcción del poema de forma mental, dando especial importancia al sentimiento y a un cumulo de imágenes que son puestas en el papel por lo general, libremente, sin mayores prejuicios en cuanto a cómo escribir. La segunda, tiene más que ver con el trabajo pausado, con el trabajo de cincel que puede llegar a requerir un verso. En otras palabras, este tipo de poesía, que lejos de tener algo que ver con la academia, está en directa relación con una arquitectura a priori del poema, en donde el poema final se concibe mediante un acabado proceso de ajustes y reorganización de las palabras, cuestión que en la mayoría de los casos, tiene un efecto visual en el lector. A mi modo de ver, Nostalgias Carcelarias, va más por la línea de una poesía dada, que se despliega libremente en el papel, que a una poesía construida, que tiene más que ver con la construcción/corrección de cada frase.  Esto no debe ser concebido como un error, sólo un dato, un código, que ronda toda la obra de Hernán.

Cuando terminé el libro, de inmediato me pregunté de qué nostalgias y de qué carcelarias me estaba hablando el autor. Al parecer, el título evoca una metáfora que puede ser entendida de diversos puntos de vista. Con el que me quedo yo, tiene que ver con percibir estos estados como aquellas melancolías que aparecen cuando estamos entre los barrotes de una sociedad que a punta de cañón, ha diezmado la libertad del hombre, transformándola en un estado de autonomía que sólo puede ser concebido dentro de la estructura social en la que vivimos, una cárcel donde el régimen de encierro se vive en la propia ciudad. Pero si queremos ejercer esta libertad desde fuera de los barrotes, la libertad pasa a ser sólo un dispositivo de la clandestinidad, de una contracultura que apela a lo ilegal, a la resistencia. Entendiendo el libro desde este punto de vista, me parece que Hernán va conduciendo al lector por un camino que apuesta a la construcción de un imaginario en donde los miedos, los recuerdos, el amor y cierta lucha por la reivindicación de un hombre más apegado a la naturaleza, van construyendo un texto emotivo, lleno de señales, espacios y paisajes idílicos que contrastan con el tono melancólico del hablante. Es un buen recorrido, pensando que Nostalgias Carcelarias es un texto recopilatorio de poemas que el autor escribió entre los 15 y 24 años. Es un riesgo, como ya he dicho, pero que leyendo entre líneas, nos permite navegar libremente por el universo que nos presenta el poeta.

Respecto a la idea de libertad, Hernán es preclaro al contraponer la libertad de algunos pueblos originarios (cuestión que evidencia en su exaltación de la naturaleza) y anteponerla a la actual construcción de las ciudades y su vida caótica y mercantil. Al parecer, la vida apegada a lo natural, a la exuberancia del paisaje a la intemperie, se constituye como un lugar más propicio para el ejercicio de la libertad, en donde el hombre, lejos de las redes de la civilización (siempre dispuestas al control y la vigilancia) se conforma como un ser más íntegro, con mayor autonomía para la toma de decisiones a favor de la contemplación y la paz interior. En este sentido, estos espacios salvajes, vienen a constituirse como el paraíso terrenal por el cual el hombre, al menos, debiera sentir nostalgia. Sin creer que esta lógica dual que nos presenta Hernán (una lógica más relacionada con el pensamiento cristiano-filosófico donde hay un lugar ideal a donde aspiramos llegar y otro material, que nos corroe y corrompe)es el único camino posible para la añoranza, y atendiendo a las contradicciones que esta idea supone, creo que es (pensando en las personas que optan por una vida autosustentable en los bordes de las ciudades)un buen inicio para ejercer la resistencia, esa actitud que el libre-mercado nos tiene acostumbrados a rechazar o a desconocer.
     
Por otra parte, este continuo clamor del hablante por la naturaleza, por los rincones inhóspitos del desierto o la selva, es un pulso, recurriendo a lo musical, que se presenta en gran parte de la obra. Este pulso a veces es regular, otras intenso o disperso, otras apenas perceptible, pero que se articula como una arteria, que, debajo de toda la obra, de todas las palabras, inhala y exhala una constante, una velocidad. En este sentido, me gusta entender el ritmo, tanto en lo musical como lo literario, como una constante, con un elemento siempre en movimiento, siempre vivo, que sin embargo, en la sucesión y alternancia de los diferentes elementos en juego, invoca una irregularidad. Y aquí pienso en el serialismo libre que llevó el ritmo a los límites de la improvisación, cuestión bien explorada por los maestros de free jazz de los años 60 en Estados Unidos. Por de pronto, creo que estos poemas evocan una constante, un tema general donde se enmarca cada uno de los poemas, pero que en el interior mismo de éstos, aparece una irregularidad rítmica y estructural en tanto que diferentes frases se van alternando y construyendo sincopadamente, donde la obviedad de lo que se repite desaparece en la medida que se suceden y alteran las intensidades, los tonos, y por qué no, las voluntades. 
    
Insistiendo en lo musical, pienso en la música de fondo que podría acompañar a estos poemas. No en sonidos que refuercen el tono reflexivo de la poesía de Hernán, más bien, algo que haga el contraste, la yuxtaposición. No sé si pensar en grupos como Death (la banda de proto-punk de Detroit) o los Jorobados, sea descontextualizar los propósitos del autor, pero me gusta la idea de tensar una estética hasta generar el quiebre y ver aparecer otra energía. Imágenes tan cinematográficas como: “He visto a mi lado un salar contándome del pasado y del cansancio de los que por su sangre sufrieron”, resisten unas guitarras estridentes, una voz chillando y una batería acelerada que suenen mientras un salar al atardecer se muestra mediante un paneo en la pantalla. La melancolía y la estridencia pueden aparecer en un contrapunto que apueste por resistir el eslogan, el panfleto. Y esto no en un mero sentido de resistencia política y contracultural, sino que una resistencia a las ideas, las cosmovisiones, las ideologías, a las diversas tonalidades de la tristeza y la melancolía. En este sentido, creo que leer entre líneas un libro como Nostalgias Carcelarias puede ayudarnos a evocar estéticas que apuesten a los quiebres, a los derrumbes y a los embates de lo obvio contra el desenfreno de lo desconocido. Más allá de quedarme en la lectura más superficial del libro, que dice relación con reconocer la memoria, el amor y la reivindicación como elementos constitutivos del texto, me gusta la idea que libros como este sean la excusa para hablar y pensar sobre situaciones que aparentemente no tienen nada en común: la naturaleza y el serialismo libre, el punk y la melancolía, la nostalgia y la cárcel.

Por último, sólo felicitar a Hernán por un libro sencillo, que se destaca por su tono reflexivo y la mirada atenta del poeta a su entorno, la vida, el mundo. Quizá de eso se trate la poesía, de saber mirar, distinguir los claros oscuros, los destellos de luz de los reflejos, el cromatismo de las sombras, en definitiva, de contemplar el mundo desde un prisma que nos permita, a través de nuestros limitados sentidos, aprehender la vida que avanza siempre hacia adelante, como un río, como un flujo.

Por Rigor Mortis

2 comentarios:

  1. Gran poeta Hernán, cuando uno quiere expresar algo y duda, leyendo este libro se ponen en palabras justo lo que uno siente.
    Se plasma la vida misma y uno se siente acompañado, sumado a su sensibilidad característica.

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  2. Creo que este libro refleja tu esencia... ser un soñador que lucha por conseguir y cumplir sus sueños; ser un hijo-nieto que vive, disfruta y sufre por los que ama.
    Sigue escribiendo, sigue cerca de tu familia, sigue luchando por cumplir tus sueños...

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